El crujido de las articulaciones es un fenómeno común que, aunque a veces puede resultar alarmante, en la mayoría de los casos es completamente inofensivo. Este sonido característico se conoce médicamente como crepitación articular o cavitación. Ocurre principalmente en articulaciones como los nudillos, las rodillas, los hombros, el cuello y la espalda. Aunque muchas personas lo asocian con problemas de salud o envejecimiento, lo cierto es que suele tener explicaciones mecánicas y físicas bastante simples.
Una de las causas más aceptadas para explicar este crujido es la formación y colapso de burbujas de gas dentro del líquido sinovial que lubrica las articulaciones. El líquido sinovial es una sustancia viscosa que actúa como lubricante y amortiguador, permitiendo que los extremos de los huesos se deslicen suavemente entre sí. Este líquido contiene gases disueltos como dióxido de carbono, nitrógeno y oxígeno.
Cuando se estira o se somete a presión una articulación como pudiera ser doblar un dedo o girar el cuello, la cápsula articular se expande. Este cambio de presión provoca que los gases disueltos se agrupen rápidamente formando burbujas. Al colapsar estas burbujas, se produce un chasquido audible. Este proceso se denomina cavitación y es similar a lo que ocurre en el interior de una botella de refresco al abrirla: la presión cambia, liberando gases que forman burbujas.
Otra posible causa de crujidos articulares son los movimientos de los ligamentos y tendones alrededor de los huesos y estructuras cercanas. A veces, cuando estos tejidos se desplazan y saltan ligeramente sobre una prominencia ósea, producen un chasquido o “clic”. Esto es más frecuente en hombros y rodillas, donde la anatomía y el movimiento permiten un rango de desplazamiento amplio.
Además, con la edad o por sobreuso, el cartílago articular que recubre los extremos de los huesos puede desgastarse, produciendo superficies irregulares. Este desgaste puede generar fricción entre los huesos o provocar que partes del cartílago se enganchen y produzcan sonidos al moverse. Este tipo de crujido suele ir acompañado de otros síntomas, como dolor, inflamación o rigidez, y puede ser un indicio de problemas articulares como la artrosis.
Sin embargo, es importante destacar que, en la mayoría de las personas sanas, hacer crujir los dedos o el cuello de forma ocasional no causa daño ni provoca enfermedades como la artritis, mito que ha circulado durante años. Hay estudios científicos que han demostrado que no existe relación directa entre crujidos articulares y el desarrollo de artritis.
En resumen, el crujido de las articulaciones es un fenómeno principalmente físico relacionado con cambios de presión, formación de burbujas de gas y movimientos normales de tendones o ligamentos. Solo cuando va acompañado de dolor persistente, inflamación o pérdida de movilidad se recomienda consultar a un profesional de la salud para descartar lesiones, inflamación crónica o desgaste severo. Entender esta explicación ayuda a desmitificar una reacción común de nuestro cuerpo, que en la mayoría de los casos resulta inofensiva.